lunes, 17 de diciembre de 2007

Sentido y Finalidad de tu Vida en la Tierra

Tercera parte

El universo es como una balanza, en ambos platos está el amor, la balanza debe guardar el equilibrio; si existiese un lugar eternamente oscuro, entonces el equilibrio del universo no estaría garantizado. Todo lugar oscuro se disolverá a través del amor universal que lo soporta todo.

¿Has reconocido ahora, oh hombre, hijo Mío, el sentido y finalidad de tu vida en la Tierra? Que cada uno de vosotros haga un examen de conciencia y se sumerja en su interior. Sólo con la profunda fe del corazón te acercarás a tu Dios. La fe de la iglesia es la forma externa, la fe del corazón es la vida interna.

¿Cómo encuentras a Dios? Sólo a través del autorreconocimiento llegarás al reconocimiento de Dios, y encontrarás a tu Padre. Por eso empieza primero a trabajar en ti mismo, no veas la viga en el ojo de tu hermano sino ve primero la viga en tu propio ojo. Cuando la hayas reconocido, entonces puedes apoyar a tu prójimo y quizás ayudar a sacar la paja del ojo de tu hermano.

Ama a tu Dios de todo corazón; si hoy aún no puedes hacerlo, entonces empieza a rezar de corazón. No son los labios los que deben hablar, sino el corazón. Donde quiera que vayas o hagas, háblale a Dios dentro de ti, a Dios, tu eterno Padre y al Cristo de Dios, tu Redentor. Aunque hagas el trabajo más sencillo, haz primero una oración de corazón, sólo unas pocas palabras: “Padre mío, no estoy solo, voy contigo, que el trabajo sea en Tu nombre”.

Si vas al colegio, oh niño de esta Tierra, no vayas sin haber rezado antes a tu Padre Celestial. Que tu ruego sea el siguiente: Padre, que estás en los Cielos y dentro de mí, reconfórtame con Tu gloria bendita y guíame la mano, cuando debo escribir o contar.”

Oh dejad que los niños vengan a Mí y no se lo impidáis, pues suyo es el Reino de los Cielos. Oh pequeños, que estáis aquí reunidos, pienso en Mi vida como Jesús, cuánta alegría llenaba Mi corazón cuando los niños venían a Mi, buenos y llenos de confianza. Yo les acariciaba la cabeza, les enseñaba a rezar, les tomaba en Mis brazos y les decía: “El Padre está dentro de ti, Él es la vida.

Oh ved, niños, así decía entonces Jesús; así dice el Cristo, respetad la vida, respetad a cada hombre, pues en cada uno está el bien de los Cielos. Oh niños que aún sois pequeños, mirad el escarabajo y la flor, en ellos está la vida. Captad el olor de la flor, ella huele bien, porque la vida la ilumina. Mirad al escarabajo, qué afanado es, también este afán es la vida de Dios. Nunca piséis a propósito un escarabajo, una lombriz o un caracol. No arranquéis la flor porque sí, pues también en ella está la vida; ¡la misma vida palpita también en vosotros!

Oh niños de esta Tierra, id con cautela por este mundo, rezad y dad las gracias. Cuando salgáis del colegio, decid de nuevo: “Oh Señor, Tú estás dentro de mí, Te doy las gracias por guiarme, guíame también en el camino.” De este modo el Espíritu de la vida se acerca a vosotros. Vuestro espíritu protector, vuestro ángel de la guarda pasa sus manos sobre vuestros hombros y muy dentro de vosotros percibiréis la sensación: “Oh, niño de la Tierra, te estás convirtiendo en niño de los Cielos, continúa siendo confiado y bueno.”


Continúa...

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